Crónico (D.A. Powell, en voces del autor y de Ezequiel Zaidenwerg

Crónico (D.A. Powell, en voces del autor y de Ezequiel Zaidenwerg

10 Minuten

Beschreibung

vor 5 Jahren

se alzaban sobre el valle, sus aguzados remolinos


los mirlos de alas rojas se reunían


vibrante arco su rápida, su zambullida contra el diáfano, contra
el aire acotado


la profesión de ausencia, de ausentarse, un remontarse al cielo


y desaparecer


el momento del vuelo: otra renuncia al movimiento de la tierra


liebre, pato arlequín, mariposa cola de golondrina: creé en este
refugio


brillantes pétalos de adelfa


blancos, rojos perímetros donde no debería haber perímetros


he aquí otro de mi larga lista de apartes:


¿por qué no habré tenido nunca un reloj que adelantara?


el aparato, que mide los minutos, es nuestra propia imagen


la pérdida constante


e igual la delicada, la volátil condición del amor, el cuerpo
traicionero


ese perturbador estado de creación y cómo hemos dañado–


¿no es uno buena lente para mirar a otro?:


filtrar el cuerpo, filtrar la mente, filtrar la tierra resistente


y acá con “resistente” me refiero a “que soporta”


que aguanta la inconstancia del amante, el tratamiento lamentable


el experimento, lo no probado y lo no verdadero, los últimos
intentos por ponerse bien


elige tu propia aventura: fallo farmacológico o fallo orgánico


cambio climático catastrófico


o algo parecido a lo que está matando a las abejas:
colapso de la colonia


se parece a nosotros más de lo que quisiéramos, este maravilloso
retal áspero


¿y por qué necesito decir los sapos, el matorral, las nubes?–


en una primavera de incomprensión, me complací en el ruido de los
grillos


e hizo mis delicias el sexo de cada estación, los resbalones en
el musgo


la bulliciosa compañía de los músicos, ese librero jovencito y
tímido


y las voces anónimas que instaban a vagar


a que las recogieran del crepúsculo en la linde del bosque


hasta que las criaturas nocturnas asomaran


sus ojos como lamparitas en la vidriera de un negocio


olvidados, que apenas encienden el deseo del hogar


de allí la carga del cuerpo, su campaña resoluta: seguí marchando


y si la guerra no nos saca de la quietud, nada nos va a sacar


sigo teniendo el mismo corazón desconcertado de siempre


un poco más golpeado que antes, un poco menos de alegría


porque percibo la pesada carga de vivir en esta esfera declinante


al aire libre, enumeré mi lista de placeres:


ramillete de lila, olor a pino


gorriones que se bañan en una zanja de desagüe, su canción


los pensamientos lujuriosos de la primavera mientras florecen las
violetas amarillas


y los cerezos forman sus primeros capullos completos


las cuerdas tónicas a lo largo de las piernas y brazos de la
juventud


la juventud que se convierte en madurez, al madurar su carne


y al volverse más blanda, menos inalcanzable, ciruela sonrojada
con manchitas


todos los días me equivoco –me olvidé de tomar unos remedios


se me entregó un hombre, amablemente, y yo lo rechacé


en una prolongada quietud, vi que la garza que no quería
sobresaltar


era evidentemente una bolsita blanca atrapada en las ramas de un
árbol del amor


no entendí que el deseo era una fuerza mortífera, hasta que–


luz del sol, no me dejes todavía, aún no me harté de vos––


ni que, aunque ya es tarde, no podamos aún reconciliarnos


si yo, el ser insignificante que soy, renuncio a todos los demás,


cuántos más, en la misma medida, renuncian a este mundo


luz, luz: no me abandones


te canto esta canción y voy a cantar otra

Kommentare (0)

Lade Inhalte...

Abonnenten

15
15